Los vecinos de Flores denuncian que cada vez existen más depósitos textiles sin habilitación que alteran la identidad del barrio y quieren evitar nuevas problemáticas.
Así, un edificio situado en la avenida Gaona al 3200, que posee siete pisos está repleto de rollos de telas desde el primero hasta el último nivel, es una de las propiedades que es parte del paisaje del barrio porteño de Flores. De acuerdo a datos publicados por la Agencia Gubernamental de Control (AGC) en la página Buenos Aires Data, no se encuentra habilitado para ejercer actividad comercial. No obstante, es uno de los muchos de la zona por el que los vecinos acumulan incontables reclamos.
Desde presentaciones ante el Consejo Consultivo de la Comuna 7, denuncias en comisaría y fiscalía, y reclamos al Gobierno de la Ciudad para que las inspecciones sean más estrictas son algunas de las acciones que los vecinos agrupados bajo el nombre “Recuperando Flores Norte” llevaron a cabo durante los últimos años. La finalidad es proteger la identidad del lugar, reencontrar la serenidad que alguna vez lo caracterizó y resguardar el barrio de problemáticas totalmente evitables. No obstante, indican que el avasallamiento de la ley por quienes ejercen la actividad comercial en la zona, en la generalidad en talleres y depósitos textiles, es prmanente y destacan que no respetan las normas básicas de convivencia.
“Somos un grupo de vecinos autoconvocados frente a la preocupación y la constante degradación de nuestra calidad de vida y la inseguridad que acarrea la actividad textil en nuestro barrio”, indican en un informe quienes conforman la asociación barrial “Recuperando Flores Norte”.
Por otra parte, la última presentación formal que presentaron ante el Consejo Consultivo de la Comuna 7 fue hace dos semanas. En ese momento, los vecinos solicitaron la intermediación ante el Poder Ejecutivo de la Ciudad y la Legislatura para “efectuar una modificación en el Código Urbanístico, sancionado en diciembre de 2018, de manera tal de revertir la definición de ‘mixtura de uso’ en el cuadrilátero delimitado por las calles Caracas, Yerbal, Cuenca y la avenida Gaona” ya que se ven afectados por la presencia de talleres y depósitos de tela al lado de viviendas particulares, escuelas y jardines de infantes.
“Incendios, el tránsito de camiones de gran porte sin límite de horario, restos de tela en las calles y el desborde de basura en los contenedores por estar repletos de residuos industriales han tornado muy difícil la vida cotidiana”, comentaron los vecinos.
Por otro lado, representantes de la Junta Comunal 7 informaron que está previsto el tratamiento de la nota ya aprobada por el Consejo Consultivo. “La reunión de la Junta Comunal será a fin de mes y ahí se tratará lo planteado como primer ítem del día, tal como lo prevé el procedimiento”, comentaron.
Asimismo, la AGC indicó que su trabajo es habilitar y fiscalizar los locales comerciales de la Ciudad, además de controlar las obras en construcción y la higiene alimentaria. En tanto, los establecimientos abiertos al público son más fáciles de inspeccionar, aquellos que se estan cerrados y no muestran actividad también son parte de su población. No obstante, indicaronque si los oficiales de inspección llegan al lugar y nadie abre la puerta, no tienen la potestad de ingresar sin permiso de la Justicia. Como ejemplo es el caso del ex garage de Gaona 3255 donde los vecinos denuncian que funciona un depósito y taller textil sin habilitación.
“Tiene una denuncia de abril, pero se encontró el local cerrado. Está en trámite la segunda inspección dentro de 20 días en la que se modifica el día, horario e inspector. Después de dos visitas más, si se siguiera encontrando deshabitado, se da por cerrado el lugar”, comentó la AGC.
“No les abren la puerta, pero están trabajando. Tienen un sistema de monitoreo por cámaras en todos los depósitos y talleres”, indicó Ariel Rota, vecino de Flores desde hace más de 40 años e integrante de la agrupación “Recuperando Flores Norte”. A la vez, agregó que, en general, ninguno de estos establecimientos posee chapa numérica. La finalidad es dificultar las denuncias. Por otra parte, en la calle Terrada 953 hay una casona antigua estilo francés con balcones a la calle y ventanales de dos hojas que hoy funciona como depósito y taller textil. “Cuando el Gobierno los clausura, rompen la faja y siguen operando”, expresó Rota.
Acerca de este inmueble, la AGC dijo que “Tiene un trámite de habilitación presentado en estado de rechazado. Además, suma tres denuncias de vecinos, la última de principios de mes, en la que se verificó la violación de clausura y se dio intervención a la fiscalía”. En tanto, los ejemplos de inmuebles en los que se ejercen actividades textiles en la zona y que no aparecen en el listado de establecimientos comerciales habilitados por la AGC son más de 40.
Asimismo, en la intersección de las avenidas Nazca y Avellaneda es una de las principales zonas comerciales de la Ciudad de Buenos Aires. En ese lugar, el negocio de indumentaria prolifera, con locales a la calle y puestos ambulantes. En tanto, su crecimiento en los últimos años fue tan grande que hoy día este punto estratégico se extendió hasta abarcar varias cuadras a la redonda, desde la avenida Gaona hasta Venancio Flores y desde Condarco hasta Bahía Blanca, en los barrios porteños de Flores y Floresta.
Por otra parte, en los alrededores se sitúan los establecimientos que sirven de abastecimiento para el negocio de compraventa de ropa: talleres y depósitos, algunos pocos con habilitación y una gran mayoría ilegales, que fueron convirtiendo paulatinamente un barrio típicamente residencial y tranquilo en una zona comercial de surtido, carga y descarga de mercadería, y con incendios cada vez más constantes.
“El avance constante y sin planificación alguna de esta actividad se ha manifestado desde hace más de 15 años”, comentó Rota, quien dijo que hace dos meses se incendió un depósito y taller en Bolivia al 600, entre Morón y Aranguren, enfrente del Hospital Álvarez. En ese momento debieron evacuar a los alumnos de la escuela lindera y a los vecinos de los edificios próximos.
Por otra parte, aparte de la peligrosidad que supone el acopio de material inflamable en sitio que no cuentan con las regulaciones necesarias, los vecinos comentan además que han visto desaparecer comercios necesarios para la vida cotidiana, como garages, supermercados, panaderías y un gimnasio, hoy convertidos en depósitos de telas. Asimismo, una de las casas en las que residió la poetisa Alfonsina Storni, en Terrada 578, a la vez se convirtió para servir al negocio textil.
“Perdimos la tranquilidad. Cuando salís a la calle tenés que esquivar autos que no respetan las normas de tránsito, camiones contenedores, carros que cargan rollos o bolsas con ropa”, describió Rota, quien sumó que otro de los perjuicios que el barrio sufre por este tipo de actividad son los constantes cortes de luz. “Yo tengo paneles solares porque la red está sobrecargada por la cantidad de talleres”, finalizó.